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sábado, 15 de noviembre de 2014

SIN-RAZÓN

Tiembla el murmullo de la cordillera,
enfrascada en el túnel somnoliento,
es el hedor cantábrico, de sudores
enmohecidos, por  la brisa sintética
de una huidiza flor de cieno.






Suave fieltro de redondos tonos
donde paran los dioses, traslucidos
entre canciones inconscientes.
De doncellas, flores olvidadas
tiemblan entre tenues sombras.


Empero, tropiezo con la barricada
maloliente del temblor primero.
Inconsciente y suave letargo,
espera el humo añil de la mañana
cubierto de hojarascas sonoras.

Cálido Abril de llamarada rima
que otorgan los diablos, seres
impávidos en el centro mismo
del zaguán tenebroso. 
Pensamiento que no expresa 
milagro ni desdicha.

      

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