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lunes, 9 de enero de 2017

PALABRAS DE HIELO.

Casi como en una fotografía reconozco mi imagen bajo el suelo blanco a rayas o cuadros,
tiemblo al observar que nada tiene de súplica mi añoranza de papel húmedo,
no ya tiene la canción las voces enérgicas que alegran la inundada noche,
no posee más los rincones que sueñan con el rostro de los marginados riscos,
no ya posee flor alguna de vellos erizados y color de la nada,
no aspira mi pensamiento a la traducción dogmática de los signos aprehendidos.

Tiemblo y sonriente sin pudor anhelo la mañana que de negro se pinta tras el papel,
no deseo no tener, no poseer deseo, solo dejar correr el tiempo, ese tiempo que no llega,
ese tiempo que pasa sin pasar y continuamente queda, el tiempos que mi tiempo siega.
las horas que sin serlo se aproximan en el todo que me enseña y se empeña en olvidar,
no recordar ningún tiempo sin memoria, no prever el nuevo tiempo sin derrota, morir,
elevar el mundo conmigo anclada, a mis pies sostenida la tierra entera, tiempo y suelo.

No son las palabras mas heroicas que la vida, la vida muda que no escribe sortilegios,
que no descubre el paso hacia el nuevo continente del tiempo, ese que me amarro a las ideas,
el tiempo de las letras que no abarco, el del silencio al que renuncio, el paso al firmamento
de la línea oscura en que me expreso, no dispongo de otro material menos duro y frío
en donde la cinta en blanco y negro continúa pasando delante de mis ojos,
rompo el papel al que el tiempo me emplaza sin remordimientos ni total desapego.

domingo, 8 de enero de 2017

QUE EL SILENCIO TE ACOMPAÑE.

El hielo se corta en el estío, cayendo las guirnaldas rosas de los campanarios,
camisas de nobles recuerdos juegan libres al laberinto sonriente,
la clara coincidencia entre el negro ausente y la azulada mente,
tiembla entre elocuentes misterios arrojados desde su hueco más interior,
las faldas de los montes se recogen y el cántaro ya roto se repone,
linda y delicada fiera con granos que grazna libre en medio de las hortalizas,
las vallas se anclan duras a poniente mientras los suelos se levantan quebrados.

Mientras veo la noche dormirse lenta, domina la tierra una luz sureña, se asoma
al risco de emprendidas fortunas, lamento que no cesa en la fuente escueta y seca,
los niños que no saben llorar miran pasmados la mañana que no llega
el horizonte se vuelca sobre la tierra horadada, mi madre que ausente me abraza
desde lo alto de mi sueño anuncia nuevas emociones
ya no siento lo que debo presentir sino lo que recuerdo infértil,
éxtasis de la extenuación vibrante, formas redondas en sueños de añil.

El plano en el que retuerzo mis ambiciones late como un grillo en la hoguera,
siento su corazón de nata reseca, agria, enmohecida por las horas,
no persigo ya el tiempo en mi odisea, sino oquedades nuevas de montañas
erguidas sobre el horizonte que regresa, falda recogida entre el agua que salta,
vista de nuevo al filo de la tierra, los granos de la tierra sin corazón y duros,
prefiero vivir con sangre rodando entre mis dedos que soñar lo que me abandona.
Lo que me despide tras la mañana del recuerdo y me hace rechinar la dentadura.