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domingo, 10 de abril de 2016

EJÉRCITO DE AGUA.

Agua que arrastras el fango, y la hiedra,
que te levantas, aterida, desde el filo del mar,
que muerdes el barniz de la brisa dorada,
el agua, que corrompida, late moribunda,
ante el  viejo que lanza sus red de recuerdo,
sobre la orilla vacía de agua levantada.

No comprendo nada más allá de la humedad
de los campos erguidos celestes y blancos.

Ven, corre, por mis venas, álzate sobre mí,
siembra mi cabeza de conchas de cristal,
vuela hasta mi frente derramándote. ,
no tengas temor de mi miedo y sonríe,
entra solemne por mis mejillas secas.
que tu risa empape mi carne de hiel.

No deseo nada más que ver tu rizada
superficie asomada al borde de mi mirada.

Asómate a mis ojos de negro desdén
y puebla de sal y dulce aroma a estío,
los perfiles de mi rostro deseosos de ti,
vuelcate en mi cuerpo como ola sin freno,
haz de mí tu prisionera complacida,
ahógame en ti y arroja mi ropa a la tierra.

No pretendo nada más que hallarme plena,
bajo tu enturbiada lámina de mar doliente.




martes, 8 de marzo de 2016

A MI COMPAÑERO DE VIAJE.

Los montes de venas azules se erigen en jurados del río desbordado,
canales de agua que corren despacio por debajo de los huecos agrestes,
cavidades redondas asomadas a la punta del agua de delgadas líneas.

El cielo es blanco inmaculado, franjas de negras réplicas lo manchan,
entre las colinas navega una hoja perdida y apenas esbozada sin rubor,
los bordes son apuntes cuyos trazos tímidos apenas recogen el conjunto.

Los árboles han dejado de existir en el trozo de negro sobre blanco,
se mantienen expectantes ante la hora de su entrada en escena,
lo que sobra se abstiene de mostrarse orgulloso y se descuida.

Ni los árboles, ni las flores, ni los bellos jardines; colgantes,geométricos,
aristocráticos... tan sólo  piedra dura y blandos desniveles empapados,
el incierto paisaje que no encuentra modelo en el que recrearse.

La memoria perdida, el recuerdo encontrado, tantas tierras de antaño,
tanto mirar cada porción de maravilla, no queda en mi retina espacio
para la verdad desalentadora, solo rincones de escasos fotogramas.

Otros intentos de verdad encerrada, cuadriculada, verdad a medias,
verdad hecha de deseos encantados, de cuentos inverosímiles de niño,
verdad a golpe de línea y mancha, de hallar la vida en forma de mapa.

Me confundo entre la gente y no pienso en nada, solo en puntas de lápices
que se cuadran, obedientes, como un ejército de fantasía virgen e invisible,
esperando el segundo en el que la nada se manche de negro sobre el rectángulo.


domingo, 6 de marzo de 2016

SIN NADA.

Colorada espiga de cieno, que subyace melancólica:
irreverente y locuaz tras el velo doliente de lo cierto.
La calle absoluta y nostálgica que revela en su entraña
la vida ensangrentada y plena, de generaciones violentas.
Tañe el sol por entre los aires que devuelve el río,
no pienso en el mar que cae del cielo abatido.

Los colores se esfuman candorosos hacia el negro bullir
de las esquinas, de los tejados se resbalan niños tristes
de nuevo, los techos se desquebrajan ordenadamente
mientras en mi habitación, sollozando, se cuela el grillo.
Danza de pájaros oscuros y añejos, entre los que me muevo,
los arboles se vuelcan sobre mi almohada manchada de verde.

Lejos de la orilla se pierde el color de los riscos escondidos,
se desdibujan los corazones sin tregua ni aspavientos, solos
acompañados por una legión de "nadas", formadas en batallón.
La dureza de la melancolía es más fuerte que la muerte retrasada,
ya no pienso en el mar que me llena de alientos sin esperanza,
solo sobre nubes se alzará el largo rememorar de un nuevo tiempo.

viernes, 4 de marzo de 2016

EL ENVITE DE LAS ROCAS.

Los pies mojados de terciopelo leve, miran con denuedo el horizonte,
blasfeman de la inmundicia refinada que nos hace cobardes de nuevo,
los pies oyen el temblar de los redondos huecos por los que no pasa el mar,
marcan la cordillera del viento entre las rocas blancas que se alzan gráciles.

Los dedos se aposentan en cada verdor leve de posibles épocas secas,
siglos de roca, verde de mar, pies de hielo sobre el fuego del tiempo,
las rocas gráciles devuelven la vida a los dedos anhelante, para retirar
sin miedo los lisos y negros rastros de pizarra, de negra superficie rodada.

Mis dedos bailan una danza de frío invierno entre las calientes aguas,
de noches imbuidas en camisones de hierro, de frío invierno sin rocas,
sin amasijos de colores en mi pies, por debajo de mi mirada ardiente,
los dedos de mis pies que, al fin, se sacuden los últimos moradores.

Vuelvo mi mirada a la sombra, penetro en el ocaso de luz, irremediablemente
transito por pasillos de olor a miedo, mis pies me siguen enfermos y a rastras.
El sillón de verde mar de terciopelo me habla de una luz postrera, consuelo
para negras veladas de pies muertos, apoyados al filo de la luz redonda.

Dedos rodando por escaleras, vestidas de primavera, cielo esperando
que de nuevo la línea continua de rocas blancas se deshaga al tropezar
con los nuevos pies de años incumplidos, de juventud ajada sin estreno,
sólo los pies de nuevo fríos de fuego, harán rodar inviernos bajo ellos.

sábado, 20 de febrero de 2016

ESPERANZA



Sólo quisiera descansar un momento,
dejad quedo el estruendo más violento,
guardad hondo el grito infinito del hastío,
soportad entre vuestros dientes el sudor
de los hombres malolientes y violentos.

Cerrad mis ojos a pesar de mi misma,
tapad mis oídos sangrantes y temerosos,
siempre anhelantes de silencios escasos,
que mis cabellos tropiecen con almohadas
en las que bordareis palabras de calma.

Solo quiero dormir de verdad un instante,
soñar con lo que mañana pueda recordar,
alegre de pensar que todo ha sido mentira,
no despertar de nuevo instalada en la ira,
en un retorcerme duramente para vencerme.

No solo soltar el hilo del infortunio quiero,
deseo además asir la vela que navega sola,
sin barco ni mástil que impida su vuelo,
estar despierta y dichosa deseo, mundo,
abandonar del todo el miedo que me mata.

No más noticias esperadas, ni esperanzas
con sabor a disculpa, no más dolientes,
ni amigos de la curiosidad malsana deseo,
no quiero aflicción ni alegría, ni perdón,
ni perdonar, solo nacer al morir anhelo.





martes, 16 de febrero de 2016

SIN SENTDOI




El árbol candente del madero es traidor
entre el Cristo que abomina las sorda noche
clara y evidente teñida de sol,
por la vertiente lasciva del temblor primero,
luciérnaga ausente de luminaria,
reconoce en su fulgor el devenir del siglo.

Cánticos insolentes, remediados del olvido
tañen el ocaso con su nuevo ruido de espasmo,
el absoluto se quiebra mostrando el ayer
que no permite más que un nuevo día moribundo
en medio de la cloaca vacía y rancia con olor
a hierbabuena de seca impronta.

Las miles de razones que flotan en la tierra
logrando atraer los ufano y lo malévolo,
rascan el suave tapiz del universo estrecho
encerrado en enfermos de dolencias inciertas,
aquí encontramos las finas briznas donde
adormecer nuestros látigos de viento.

Luna rosa intermitente y hostil que laminas
la suculenta nocturnidad enturbiada,
risco germinado en el espacio hábil
donde las primeras ruedas deformes
avanzan hacia el denuedo brincar
arrastrando los cimientos hastiados de cal.

lunes, 15 de febrero de 2016

RESURRECCIÓN





Como la belleza de la colina tronchada,
muere el hombre cada día entre sus miserias,
no alcanza a imaginar el sol que desde el principio
se asoma insolente dominando la tierra:
nubes de oscuros presagios pesan sobre su cabeza.

El hombre como Dios mira de nuevo, imponente,
hacia el precipicio de lo que ignoramos y amamos;
cada año el ritual de efímeras promesas se renueva,
y parece que atisbamos una llama de aliento
hacia la voluntad eternamente doblegada.

La llama se extinguirá invariablemente,
con el paso de las tormentas y las sequías,
las almas se mantendrán imperturbables,
aguardando, pacíficas, el poder guiarnos
hacia una resurrección ya nacida moribunda.

No habrá montaña ni colina, ni belleza truncada,
en el paraíso de las almas que todos perdimos;
el placer soñado cada invierno nos embarga
con cada sorbo de vino añejo regalado,
¿pesarán flores mañana sobre nuestras cabezas?.

Cita de blanco encuentro entre hermanos,
unidas las manos tiernas de tiempo;
callado tacto de niños nacidos en el caos,
lenta despedida de los que pronto añoraremos,
obligado rito de deseos bajo cada árbol engalanado.











RAMAS



Cimbreante la rama acogida por los nuevos brotes,
lino ágil, sugerente empresa, textil e inaudito fervor,
nacimiento amargo de la flora nueva entre la hierva,
ángeles de flores negras y suaves, tiernas y melosas,
son los colores lánguidos y lúcidos en la noche fresca.

Cuenta de perlas entre dichas eternas, sentimiento
de las olas quedas, rescoldo de la acometida feroz,
nubes de rasgos de espuma, nunca siento el vaivén
del brillo, resplandor fugaz de la mañana indómita,
vertiente amarga de lodo, bajo todo lo que nace herido.

Atmósfera feroz, altiva humanidad resignada,
la flor de color piel de las damas, no existe nada,
cadena ensimismada en ruedas eternas de gente,
los pies desnudos, alcanzados temporales, la lluvia,
salto mortal de los que se arrojan a domadores ciegos.

Ciudad, tierra de banderines floreciendo, la dulce rama,
de la que el árbol primero ansía el recuerdo, flores y ramas,
el brillo de la noche se parece a las pistolas de los gangsters,
absurdo amanecer de cristales rotos, cielo sin ramas de colores,
calles de ríos, mares de plazas, ciudad acorralada por la luz.

El miedo llega desde la montaña, flores de nácar, tiernos brotes,
mira a la luna de fiesta invertida que pasea por la madrugada
de los cristales rotos, donde se observa curiosa, luna sin dueño,
vida diminuta que se mira en tu espejo, sostenlo alegre,
sacrificios de dioses trasnochados beben de tu savia redonda.


PARÉNTESIS








Ya se frenaron las risas de los niños solos,
se apaciguaron los lamentos mudos del humilde;
las damas se despojan de sus disfraces de oferta
mientras sus dueños ruedan entre bares inventados.

El cristal roto parece hecho de estrellas gigantes,
se aquieta despacio el convulso latir de las oficinas;
el viento arrastra las últimas hojas del mártir diario
al tiempo que se escribe un nuevo amanecer sin sentido..

Las calles y avenidas son oscuros y torpes laberintos,
diminutas ante la falsa promesa de un mañana claro;
las preguntas se esquivan más la verdad se intuye
a través de las gastadas sábanas lúcidas y heladas.

Las máquinas descansan exhaustas y quebradas,
sus amos imploran un sueño blanco de olvido;
leve paréntesis de grandes esperanzas aplazadas
cuando apenas una cansada claridad lo aniquila todo.

El hombre gris aguarda agazapado tras la cortina,
esperando el momento de iniciar de nuevo el vuelo;
los sueños son cegados por luces de antorchas crueles
que asesinan cada día la tregua ante la locura repetida.

Ya se siente el pesado sol sobre nuestra espalda,
caen lentas las penúltimas flores breves y secas;
los parques de atracciones vacíos adelantan el cierre
pensando que, tal vez, la oscuridad perfecta llegue.


LAS MUJERES DE LA GUERRA






Metralla sobre el trigo, perfecto morir entre ramas,

las ruinas acogen su carne joven entre cimientos;

miles de niños huérfanos aúllan en la noche carmesí,

mientras se amamantan de la sangre brotada del ausente.

Madres de madres, hermanas de madre; esposas solas,
entre vuestras costuras se esconde el valor suficiente;
el empuje violento de la vida: la vida obligada a serlo
por los hijos que recogen obedientes la sangre del héroe.

De la cama alta, la que moldea tu grácil cuerpo,
te levantas en la madrugada, helada de viento y miedo;
mientras avanzas tropiezas con tu nuevo compañero:
el conformarse impávida con la soledad sin remedio.

Gigante tu figura, soporta todo el imposible peso,
el peso de las canastas de injusticia sobre tu cabeza,
el peso del hambre pegado a tu seco vientre,
el peso del tiempo sobre tu altiva y ancha frente.

Arrugas sobre el rostro de nácar adolescente,
curvatura del alma retorcida y de los huesos;
duele el cuerpo plegado y el corazón valiente,
encogido e inmenso, abraza de nuevo el recuerdo:

“Compañero que caíste bajo la lluvia de acero,
no pudiste ver a tus brotes curtirse por el esfuerzo;
yo, abanderada de las tropas, hechas de viejos, niños
y mujeres solas, he vengado tu temprana muerte”.






COMIENZA EL SHOW




Duro perfil recortado entre pesado cortinaje,
de polvo espeso cubierto, a duras penas rojo;
tímidamente esboza su actuación sonriendo,
el hombre de estampa inquebrantable.

Sus guantes de blanco palomar escondido,
se burlan del extrañado observador distante;
mientras un sombrero de mísera apariencia,
es asido por sus adiestrados dedos inquietos.

Trampa de siglos repetida, mentira enajenada,
aun así el espectáculo de lo burlesco se rinde,
ante el misterio tantas veces denostado:
al fin, la línea de lo imposible se vislumbra.

No ensayen, prosaicos y asiduos aguafiestas,
mil formas de deshacer el entuerto eterno,
no rompan, con sus deducciones crueles,
el frenesí de aplausos roncos ante el milagro.

Tal vez en un alma en ciernes, en un tallo,
en una enjuta membrana de sentimiento;
latirá el deseo de recomponer gráciles damas,
atrapadas en baúles heridos por lanzas.