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domingo, 6 de marzo de 2016

SIN NADA.

Colorada espiga de cieno, que subyace melancólica:
irreverente y locuaz tras el velo doliente de lo cierto.
La calle absoluta y nostálgica que revela en su entraña
la vida ensangrentada y plena, de generaciones violentas.
Tañe el sol por entre los aires que devuelve el río,
no pienso en el mar que cae del cielo abatido.

Los colores se esfuman candorosos hacia el negro bullir
de las esquinas, de los tejados se resbalan niños tristes
de nuevo, los techos se desquebrajan ordenadamente
mientras en mi habitación, sollozando, se cuela el grillo.
Danza de pájaros oscuros y añejos, entre los que me muevo,
los arboles se vuelcan sobre mi almohada manchada de verde.

Lejos de la orilla se pierde el color de los riscos escondidos,
se desdibujan los corazones sin tregua ni aspavientos, solos
acompañados por una legión de "nadas", formadas en batallón.
La dureza de la melancolía es más fuerte que la muerte retrasada,
ya no pienso en el mar que me llena de alientos sin esperanza,
solo sobre nubes se alzará el largo rememorar de un nuevo tiempo.

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