LAS PISADAS SE AHONDAN EN LA ARENA COMO CASTILLOS INVERTIDOS. LAS PIERNAS APRETADAS, LA PRESIÓN SOBRE RODILLAS Y PIES SE HACE INSOPORTABLE, PERO SE AVANZA COMO PESADAS DUNAS VIVIENTES.
A VECES SE ADENTRAN EN EL AGUA HASTA LOS TOBILLOS, SE ADENTRAN EN EL AGUA HABIDOS DE FRESCURA REGALADA; NO TIENEN MIEDO A LA VIDA, SABEN DEL MAR QUE ACOGE Y ESPABILA...
SON LOS HOMBRES NEGROS DE PIEL, NEGROS DE SUDOR, NEGROS DE SOL. CARGADOS DE FE, CARGADOS DE HAMBRE, CARGADOS DE MIRADAS ATRÁS: PENDIENDO DE UN HILO, COMIENDO DE LUGAR EN LUGAR, VIVIENDO SIN MAS.
SON HOMBRES DE LEJOS; NADIE SABE DE SU PAÍS O CIUDAD, APENAS DE SU ETNIA O ACENTO, NADIE LOS VIO LLEGAR. ES MEJOR ASÍ: ES MÁS ACERTADO PENSAR QUE APARECEN COMO CABALLEROS DEL DESIERTO EN EL HORIZONTE.
NOS MIRAN CON INMENSOS OJOS, ROJOS DE TAN BLANCO, NEGRAS DIANAS DE POZOS DE BRILLOS; NOS VEN TIRADOS EN LA ARENA, CON NUESTRO FESTIVAL DE FLORES Y RAYAS BAJO LEVES SOMBRAS DE EXTRAVAGANTES COLORES.
NOS VENDEN DE TODO: VESTIDOS, OROPELES, RELOJES... NOS SABEN NUESTRA LENGUA, TAN SOLO LOS JUSTO. SON HOMBRES DE HIERRO, ADONIS GALOPANTES, GLADIADORES POR SU GENTE, VENCEDORES DEL MIEDO A MORIR EN CADA HUELLA.
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