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viernes, 14 de agosto de 2015

IRONÍAS

Las olas son como revueltos de huevos nacarados.
El mar es una piscina pintada por los dioses.
La tierra es como el polvo de chocolate sobre un helado: lo más delicioso.
Bajo el mar los peces parecen serpentinas en una copa de cava.
Los gatos durante la noche parecen trozos de cielo desgajados con dos lunas.
Los campanarios son tan altos para que no se pueda apagar el sonido de las campanas.
La miseria de los ricos es la soledad de quién no tiene nada que pedir a los demás.
Los ojos de los puentes miran hacia otro lado cuando se besan las colillas enamoradas.
El teatro es como la vida si la miramos en cuclillas.
Entre las hojas de una ventana siempre hay un visillo o el recuerdo de él.
Los pueblos blancos son hojas desprendidas de un libro de viaje.
Todos acabamos pareciendo frutas pasadas bajo una nevada gris.
El peor invento para la humanidad ha sido el periódico pues acabas con los dedos manchados de tinta y las hojas manchadas de mantequilla, además nunca llega íntegro a las páginas más interesantes como la de sucesos.
Las callejuelas parecen los intestinos de la ciudad, las plazas son el hígado pues todo lo podrido la tiñe de amarillo.
El corazón es ese órgano que no para de avisarnos que llegamos tarde a la última cita.
Los animales a veces nos miran con resignación, saben que jamás los dejaremos en paz.
Los coches nos llevan siempre antes de lo que en realidad deseamos, por eso los odiamos, la otra alternativa es llegar tarde por un atasco, de modo que los odiamos igualmente pues en realidad lo que deseamos es quedarnos en él (atasco) a vivir.
Las medallas que más se agradecen son las que no pesan.
Cuando amanece parece que a la noche le han hecho una instantánea con flash.
La medida de todas las cosas está siempre en relación con la medida de nuestro salón.
Cada hombre posee su vida interior lo que ocurre es que a algunos se le transparenta.
Prefiero vivir sin recursos a vivir con los recursos de los demás -no podría recurrir a ellos cundo me hiciese falta-.
Las señales de tráficos deberían de estar dentro de nosotros para avisarnos de cada curva o cambio de sentido de nuestro corazón.
Para saltar un valla no hace falta fuerza sino paciencia, basta con derribarla poco a poco.
El vértigo es el mal que está "por encima" de todos los demás.
La contradicción más absurda es pretender ver por un cristal de color, esperando que sea todo más bonito cuando lo único que conseguimos es verlo todo más oscuro.



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